jueves, 21 de enero de 2010

somos humanos animales trabajando en lo urbano

Pasó toda la vorágine del estreno y la pequeña temporada y ahora me siento a escribir. Abro los archivos y releo cosas escritas no terminadas, que suele a veces ser la tónica, buenas ideas que quedan flotando por ahí, finales que no aparecen.
Releo una obra que empecé a escribir y me gusta lo que está, llamo a una amiga, le digo que la quiero montar, me dice que bueno y así empieza una nueva aventura. Sin ningún peso, sin nada más que la idea de contar una historia.
Es una obra sobre Santiago, la ciudad de los perros callejeros, los atochamientos, las paredes rayadas, los audífonos en el metro, el smog, los bares que cierran temprano, la segregación, la plaza Italia. Es Santiago, una ciudad extraña que es buena fuente de inspiración. Me siento a escribir y me doy cuenta porque me gusta tanto hacerlo, es por la libertad absoluta, la posibilidad de hacer lo que quieras, el espacio donde puedes mandar a todos a la mierda, o amar, o emocionarte, o reír. No sé si escribo bien, o mal, no sé bien la historia que cuento, sé que busco algo, que las palabras me devolverán algo y me llevarán a alguna parte. El goce de apretar las letras del computador y leer una frase. Eso es todo.

1 comentario:

JP dijo...

echo de menos santiago. las palabras hacen lo que pueden pero los lugares son semi inabarcables.