jueves, 21 de enero de 2010

somos humanos animales trabajando en lo urbano

Pasó toda la vorágine del estreno y la pequeña temporada y ahora me siento a escribir. Abro los archivos y releo cosas escritas no terminadas, que suele a veces ser la tónica, buenas ideas que quedan flotando por ahí, finales que no aparecen.
Releo una obra que empecé a escribir y me gusta lo que está, llamo a una amiga, le digo que la quiero montar, me dice que bueno y así empieza una nueva aventura. Sin ningún peso, sin nada más que la idea de contar una historia.
Es una obra sobre Santiago, la ciudad de los perros callejeros, los atochamientos, las paredes rayadas, los audífonos en el metro, el smog, los bares que cierran temprano, la segregación, la plaza Italia. Es Santiago, una ciudad extraña que es buena fuente de inspiración. Me siento a escribir y me doy cuenta porque me gusta tanto hacerlo, es por la libertad absoluta, la posibilidad de hacer lo que quieras, el espacio donde puedes mandar a todos a la mierda, o amar, o emocionarte, o reír. No sé si escribo bien, o mal, no sé bien la historia que cuento, sé que busco algo, que las palabras me devolverán algo y me llevarán a alguna parte. El goce de apretar las letras del computador y leer una frase. Eso es todo.

lunes, 18 de enero de 2010

chile con minúscula.

Chile eligió presidente. Ese presidente resultó ser Piñera. Piñera resulta ser un multimillonario ambicioso que no solo se contentaba con tener miles de millones de pesos, su ambición iba más lejos: tener el control del Estado.
Ahora la derecha no solo tiene el poder económico, el poder de los medios de comunicación, ahora también controla el Estado.
Y eso me hace tener una profunda rabia.
Rabia me da la poca conciencia de la gente.
Cuando veo por la tele a gente sin dientes celebrando el triunfo de este empresario, me da tanta rabia que empuño las manos y se me irrita la piel.
Chile me es hoy más ajeno que ayer.
Chile es hoy más vendido que ayer.
Chile es hoy un país del que me quiero alejar lo antes posible, distanciarme para no sentir esta rabia, alejarme para no sentir esta pena.

viernes, 1 de enero de 2010

2010

El año nuevo trae consigo esa sensación de nueva oportunidad, ese creer que esta vez será distinto, o que ahora si haré eso que nunca he hecho, por eso uno pide deseos y realiza ritos y mandas y come uvas o lentejas y se pasea con maleta. Este año nuevo no pedí nada, ni me prometí nada, ni escribí en un papelito lo que quiero que pase.

El año que pasó aprendí que la vida es muy absurda, a ratos te pisotea, a ratos te premia. Este año que pasó me desprendí de tantas cosas que pensé estarían pegadas a mi como un tatuaje mal hecho.

Me di cuenta que es más fácil de lo que uno cree estar solo y que a veces hay que confiar en lo que uno sabe, en lo que tienes, porque a más de alguien le puede interesar.

El 2009 me di cuenta que eso de la amistad es algo difícil y a veces muy mentiroso, descubrí que hay personas que uno no tiene muy cerca que se van convirtiendo en grandes amigos, en guías.

Cuando te conoces un poco más, a medida que vas creciendo, te das cuenta de que el tiempo se encarga de revelar quien está realmente al lado tuyo.

Nada dura demasiado. Ni el dolor. Ni la cesantía. Ni la buena suerte. Ni el amor. La vida está hecha de intervalos. De ondas.

El 2009 tuve grandes conversaciones, viajes, peleas, distanciamientos, descubrimientos, dolores, terapias, desvelos, reencuentros. Este año me sorprendió tanto. Fue tan diferente a todos los otros. Porque no era estudiante. No estaba en el colegio, ni en la Universidad, ni en un taller. Porque me tuve que armar sola el camino y hay veces que piensas que nunca encontrarás la ruta. Por eso mismo no pedí nada para este 2010. Solo espero que la vida siga su rumbo, que me sorprenda, que me maraville, que me lleve a lugares inesperados.

La vida es un trompo, gira y da muchas vueltas.